Proyectos económicos sobre el valle (Irene Garmilla 07/11/2015)


Llama la atención que durante el primer tercio del siglo XX hubiera para Valdivielso tantos proyectos y tan ambiciosos. 

Según se decía en 1915, la línea del ferrocarril que enlazaría Santander con Madrid podía llegar a tener hasta 5 estaciones ferroviarias en los pueblos del valle, si se aprobaba el más completo de los 4 proyectos existentes. [Y lo que más me ha emocionado es que aquella línea iba a unir el pueblo de mi abuelo con el de mi abuela.] La revista El Papa-Moscas, que para estas cosas era muy seria, apoyaba este proyecto amplio, el más ambicioso, “no el más corto, ni el más económico”. 

Menos alegría me han dado las licencias concedidas en 1922 para realizar sondeos en yacimientos petrolíferos, porque me recuerdan al monstruo del fracking, como si este hubiera estado ya desde entonces proyectando su negra sombra sobre las Merindades. Vamos, que lo del petróleo casi prefiero olvidarlo.

Y el tercer proyecto, publicado por la revista Castilla Industrial y Agrícola en julio de 1933, pues más bien me deja flotando en un pantano de dudas. Se trataba de hacer un canal que vendría del Pantano del Ebro y recorrería parte de nuestro valle, más otro canal que saldría del Ebro en Cereceda, tal como se ve en el plano (el nombre de Valdenoceda queda borroso, pero viene a estar en medio entre la 1ª central y la 2ª). Estos canales alimentarían tres centrales hidroeléctricas: la 1ª entre el Pantano del Ebro y Cidad de Ebro, la 2ª entre Cidad y Valdenoceda, y la 3ª entre Cereceda y Trespaderne. El autor de este proyecto fue el ingeniero de caminos burgalés Ángel García Vedoya, y su ejecución habría sido cosa del Ministerio de Fomento. Pero el ministro andaba demasiado remolón con todo esto, según el autor del artículo, pues se estaba dedicando a comprarles pantanos y canales a algunas empresas privadas en otros lugares, en vez de abordar de una santa vez el problema de la falta de saltos en el Ebro burgalés.

Supongo que estos canales habrían tenido, por una parte, un efecto beneficioso (regadíos, trasporte fluvial, producción de energía limpia), pero también me pregunto en qué medida podían afectar al ecosistema del río, y si aumentarían o reducirían el riesgo de inundaciones. 

Pros y contras del progreso, de un progreso que durante el largo siglo XX, en realidad, nunca llegó a Valdivielso. Aquellos bonitos vagones de compartimentos, el pitido del tren, aquellas barcazas deslizándose por los canales y esperando paso mientras se llenaban o vaciaban las esclusas…¡ay! [suspiro]... enfin, desde luego habrían hecho una competencia desleal a los simpáticos borriquillos y a los rústicos carros de bueyes, y, quién sabe, tal vez los rayos de sol no serían tan puros… y el que no se consuela es porque no quiere, etc. ¿Qué opináis vosotros, valdivielsanos del siglo XXI?

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