Quecedo, Concurso de Corte de Leña (Irene Garmilla 05/12/2015)


En 1956 los mozos más fornidos del valle participaron en un concurso de corte de leña. Parece ser que en cinco de los pueblos valdivielsanos se daban mejor la fuerza y la destreza para este arte, pues el resto de los pueblos ni siquiera presentaron concursantes. 


Reñida tuvo que ser la competición, cuando el jurado no fue capaz de decidir quiénes eran los mejores y se vio obligado a designar mediante sorteo la pareja que representaría al valle en el Concurso Provincial. Lo que no queda claro en la noticia es de dónde era Demetrio López, pues se presentó por Quecedo, pero en esta y en otra noticia posterior se afirma que era de Valdenoceda. Habrá que comprobarlo, porque el dato es de suma importancia. ¿Dónde se ha visto que uno sea de un pueblo y defienda los colores de otro? Un valdivielsano no hace esas cosas.

En cualquier caso, buen ejemplo dieron estos chicos. Se me ocurre que, aprovechando que empieza a hacer frío en Valdivielso, bien estaría organizar un concurso como este, para entrar en calor. Aunque, con tanto valdivielsano que se ha vuelto urbanita, no se yo si actualmente habrá el músculo necesario.

En cambio, lo de la Centuria con 50 flechas haciendo marchas por Valdivielso, podemos dejarlo arrinconadito en el pasado, porque, aunque seguramente resultó muy colorista en su momento, creo que, por fortuna, aquello pertenece ya a una época ampliamente superada.
En aquel ameno año de 1956, cómo no, también hubo festejos, romerías, buenas cosechas, y otras solo regulares, además de alegres veraneantes y entrañables viajeros ilustres, todo lo cual está muy bien relatado en otros dos artículos que hoy, casi sesenta años después, se leen con sumo agrado.
 
Podemos imaginarnos, y algunos podrán recordar, lo que fue la celebración de San Isidro, con las niñas “ataviadas de labradoras” haciendo ofrendas y recitando poesías, y con el apasionante campeonato de bolos y el animado baile “hasta bien entrada la noche”.

Además, como es tan gráfica la narración que hace el “Corresponsal”, casi podemos oír los cantos y ver a la gente en la pradera de Pilas, saboreando las “bien condimentadas viandas” y disfrutando de “alegre y honesta diversión”. Incluso nos enteramos de que, tras las Vísperas y el Rosario, hubo pujas muy fuertes en la subasta, y la rosca “llegó a valer ciento una pesetas”. El regreso de los romeros, “contentos y alegres”, pone fin a la jornada, pero el excelente reportero no renuncia a añadir algunas informaciones muy gratas de leer, pues describen con unas breves pinceladas lo que en aquel entonces era actualidad en el valle.

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